Un sismo detrás del verano
del espacio
que diluye cada voz amiga
y lo futuro
como resplandor o camino.
sábado, 22 de enero de 2011
Escrito el 19-06-10
A menudo suele ocurrirme, en público, que lo imaginado cobra una dimensión pavorosa cuyo manejo -por más que lo intente- se torna difícil. La presencia de varias mujeres a las que amé, por ejemplo, le confiere otra luz al estreno de un corto... Y mi sorpresa va en aumento.
Leticia, con su figura marcada por el celo en el gimnasio y el brócoli, trajo el atardecer lleno de arena blanda como un relámpago. Vivi, desde la señal precisa que difunde su andar tímido, cerró conmigo un trato de ribetes peligrosos.
Mónica supo de mi viaje a Sudáfrica por cuestiones humanitarias y no quiso perder el relato en esta ocasión. Liliana, glamorosa y fatal, se las ingenió para mirar la noche a bordo de su BMW, libre de presunciones maritales.
El periodista creyó entender que la estrategia femenina resultaría importante al desgrabar. No fue cómplice, ni eficaz.
Leticia, con su figura marcada por el celo en el gimnasio y el brócoli, trajo el atardecer lleno de arena blanda como un relámpago. Vivi, desde la señal precisa que difunde su andar tímido, cerró conmigo un trato de ribetes peligrosos.
Mónica supo de mi viaje a Sudáfrica por cuestiones humanitarias y no quiso perder el relato en esta ocasión. Liliana, glamorosa y fatal, se las ingenió para mirar la noche a bordo de su BMW, libre de presunciones maritales.
El periodista creyó entender que la estrategia femenina resultaría importante al desgrabar. No fue cómplice, ni eficaz.
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